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Chiclana, cuna de oficios-La barbería: Agustín Colchón García, entre olores y colores


Pepe Vela M [colaboraciones].-

Hoy hablaremos de uno de los oficios de más calado en la vida social de nuestros pueblos: la barbería. Hasta que han llegado las redes sociales como internet o los famosos wasap, ha sido en las barberías donde las noticias y la información de cualquier tipo, recorría el pueblo en pocas horas y donde se hacían tertulias de todo tipo, y  en la cual todo el que se veía con mala imagen entraba desaliñado y salía arreglado. Nuestro protagonista es Agustín Colchón.

Ya lo decía Don Pablos, el protagonista de  la vida del  Buscón de Quevedo, que presentando a su padre, que era barbero, se gustaba decir que era “tundidor de mejillas y sastre de barbas”.

Tiene 83años, nació el 19 de octubre de 1933 en el seno de una familia con muchas bocas que mantener. Eran diez hermanos, cuatro mujeres y seis hombres, siendo el más pequeño de ellos, de los que viven dos y nuestro entrevistado del mes: Agustín Colchón, el barbero.


Su padre era capataz de bodega y todos sus hermanos fueron hortelanos menos él, que con 10 años se fue con el maestro Cañas de aprendiz de barbero, cerca de la Iglesia Mayor. Éste le dio una navaja para afeitarlo, que era la forma de aprender, dándole un corte. El maestro le dijo al oficial Juanelo: “Y tú quieres sacar un barbero de aquí”.

Donde Agustín realmente aprendió a afeitar fue con El Lele chico en la calle Fierro, con el que estuvo unos cuantos años, pasando después a la calle La Vega con su padre El Lele. Allí tenía clientes de renombre en el pueblo, entre ellos Fernando Rueda, al que le gastaron sus amigos una broma diciéndoles que Agustín  había afeitado  al director del colegio La Salle estando difunto y fue a preguntárselo:

-¿Es verdad que has afeitado al director de los Hermanitos?, respondiéndole Agustín: “Sí, y le di un pequeño corte, pero no le salió ni sangre ni nada”. Su reacción fue contundente: “¡Pues a mí ya no me vas a afeitar nunca más!”. Estuvo varios meses sin aparecer por la barbería.

MACHÍN, PEPE MARCHENA Y JUAN PARDO

Agustín Colchón ha pelado y afeitado a gente famosa como Antonio Machín y el gran maestro Pepe Marchena, que estaban de gira en Chiclana. Cuando terminó el trabajo le preguntó cuánto era, contestándole que dos pesetas. Entonces Marchena  le dio cuatro: “Toma, dos para el pelado y otras dos para que vayas a verme”. Agustín le respondió que la entrada valía cuatro pesetas. “Bueno, pon tú las otras dos” le espetó Marchena.

Junto a la barbería estaba el club de Pepe Gallardo donde casi siempre había noticias de todo tipo, en el cual un día sucedió un trágico acontecimiento. Un guardia civil que había estando afeitándose con él le dijo: “Colchoncito, me parece que es la última vez que me vas a afeitar”. Poco después vio que en el club había  matado a su teniente y luego se disparo él. Tenía Agustín 19 años (en ese momento se emociona al recordar  tantas cosas buenas y malas).

Se fue a la mili con 20 años y en la escuela de suboficiales estuvo 18 meses afeitando todos los días a un alto cargo, que después lo colocó de maestro peluquero en el destructor de la armada Alcalá Galiano. Comía el rancho de los suboficiales y después ya le permitían comer con ellos.

En ese lugar llegó a pelar al que años después sería el cantante Juan Pardo, así como a sus hermanos, ya que su padre, marino de profesión, estuvo destinado en San Fernando y se lo llevaba a su casa para que pelara a sus hijos. Colchón guarda buen recuerdo de la madre de ellos: “Era una buena mujer, igual que su familia”.


PELÓ GRATIS A 415 NIÑOS SIN RECURSOS

Guarda buenos recuerdos de esa época teniendo en cuenta que había mucha hambre y estuvo muy bien tratado. Cuando terminó la mili se instaló por su cuenta en la calle Huerta Chica. Tuvo la barbería en cuatro sitios diferentes, quedándose finalmente en la plazuela con la calle Cabezo. Allí llevó a cabo una gran obra con niños necesitados: “Llegué a pelar gratis a 415 niños del colegio cercano, que no tenían dinero”.

Por esto, el maestro Jurita  le dedicó  una copla que decía: Esto pasará a la historia lo del maestro Colchón / que Dios lo tenga en la gloria por la obra que realizó/ peló a 415 niños gratuito y con voluntad / y los trataba como si fuera su papá /cuatro días duró sin atender a la clientela / y aquello en vez de barbería parecía una escuela.

Todo el que conoce a Agustín Colchón sabe el buen sentido del humor que siempre tiene y también de sus ocurrencias. Un día entró un representante de productos de peluquería buscando a un peluquero llamado Rafael y le preguntó: “¿Ésta es la barbería de Rafael?”. Colchón le contestó: “No, ésta es la de Julio Iglesias”.

Lleva toda la vida con su  mujer, Leonor Aragón  Aragón, a la que conoció con 11 años. Afirma que le ha salido de oro. Cuando enfermó la madre de Agustín éste le dijo: “Leonor, yo me casaría contigo, pero no tengo nada”. Ella le respondió: “Yo me caso contigo ahora mismo si tú quieres”. Lo hicieron cuando él tenía 22 años y ella 20. Para el convite “hice un lebrillo de picadillo para los invitados, pues no había mucho dinero”.


DOS HIJOS SIGUEN CON EL OFICIO

Ya casados se fueron a vivir con su suegro Manuel, viudo entonces, a la calle Salsipuedes, donde nacen sus dos hijos  mayores Juan y Manolo, trasladándose posteriormente a los pisos del campo de fútbol.

Para comprar el piso, Cristóbal el relojero le prestó 11.000 pesetas para la entrada. Agustín siempre lo ha tenido en gran estima. Allí nació el tercero de sus hijos, Agustín, y el último, Jesús, lo hizo en el Callejón de los Frailes, donde vive actualmente. Se jubiló en la barbería instalada en su casa, pero antes tuvo otra en la carretera de Medina.

Hace más de 30  años que dejó de ser barbero porque cayó en desuso afeitarse en la barbería, aunque de nuevo está de moda, pero de ello se encargan sus dos hijos, Agustín y Jesús, que han continuado con el oficio. Los otros dos han elegido otros caminos.


AMOR A LA PINTURA

Agustín se ha jubilado con 70 años, pero de lo que no se ha jubilado es de su gran pasión: la pintura. Su madre, por un dibujo que le hizo, le auguró que sería pintor y a los 40 años empezó a hacer sus primeros pinitos. Desde entonces no ha dejado de pintar, siendo autodidacta en su formación. Ha realizado más de 2000 cuadros, que están repartidos por muchos lugares de España y Europa.

Sus obras reflejan una preocupación por los espacios de su pueblo que, inexorablemente, sabía que con el tiempo iban a desaparecer y ha ido dejando constancia de los paisajes y rincones de Chiclana, que ha pintado infinidad de veces, pudiendo ver en sus pinturas un recorrido histórico por lugares que existieron tanto en Chiclana como Sancti Pectri, así como las numerosas marinas y bodegones.

A todos los barberos vaya mi homenaje, desaparecidos, jubilados y en activo, en la persona de Agustín Colchón, que en su vejez sigue usando pinceles y brochas, sus útiles de siempre, que le han  hecho vivir entre olores y colores.







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