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José Butrón, un hombre hecho a sí mismo desde que era un niño


Empezó a trabajar con 11 años, tuvo catorce carnicerías, lo arruinaron y creó una exitosa inmobiliaria, Campomar, que acaba de cumplir veintiséis años.-

José Butrón Díaz es una persona muy conocida, y querida, en Chiclana. Nació en la Huerta La Coronela, por el callejón de La Peligra, el 18 de mayo de 1951. Tiene 66 años y ya está jubilado. Su vida ha seguido distintos caminos, siempre con mucho trabajo y desde que era un niño, lo que le ha obligado a crecer muy deprisa.

Tuvo mucho y lo perdió de golpe por culpa de la deuda de un cliente, que no le pagó una cantidad muy importante que le debía. En 1991 dio otro rumbo a su vida y creó la Inmobiliaria Campomar, acabando de cumplir veintiséis años la empresa. 

Los tiempos en los que nació José Butrón no eran fáciles. Hacía poco que había terminado la guerra civil y había muchas necesidades, por lo que era frecuente que se empezara a trabajar a muy corta edad para poder llevar algo de comer a casa. Con once años se puso a vender verdura de su huerta en el mercado central de San Fernando, donde sus tíos Paco y Rafael Butrón tenían un puesto. Lo hizo en la calle, al lado de la puerta.

Han pasado 55 años pero José se acuerda de lo que ganó el primer día: Diecisiete duros (85 pesetas): “Vendí lo que habíamos cogido en nuestro campo como acelgas, lechugas, berenjenas, pimientos, tomates, patatas, etc. Cuando llegué a mi casa con los diecisiete duros fue una fiesta. Mi madre nunca había tenido dinero y se emocionó cuando vio lo que había ganado”.

A sus once años tenía que levantarse muy temprano, ya que a las seis de la mañana partían en un Avia de sus tíos para la Isla, pero no le importaba. Como es lógico no pudo ir al colegio, lo hizo solo un año y por la noche en el de la calle Fierro, que ahora es el Alameda. Siguió trabajando duro hasta que su padre le compró un puesto en otro mercado de San Fernando, La Paz, donde vendía las verduras de su huerta y fruta.

ÉXITO COMO CARNICERO

Tenía catorce años y se levantaba a las tres de la mañana para coger una paquetera de Ángel Segundo, que paraba en el Bar Tapaera, en la calle Ancha. Con él iban otros chavales que también trabajaban en la ciudad vecina. En ese lugar estuvo cinco años.

El puesto lo compartió con su hermano Manolo, que lo abría diariamente mientras él iba al mercado central, donde su tío Paco le enseñó durante un año todo lo relacionado con la carnicería: “Aprendí a cortar carne, hacer embutidos, chicharrones, etc.”. A las nueve regresaba al mercado de La Paz y hacía su trabajo habitual de cada día.

Con diecinueve años decidió abrir su primera carnicería, quedándose en el puesto su hermano. Fue en la calle Manuel de Falla, en una barriada cercana a la calle Real. Allí estuvo tres años.

La carnicería significaría un paso muy importante en su vida, ya que estuvo trabajando en este oficio desde los veintidós años hasta los cuarenta. Fueron casi dos décadas en las que llegó a tener catorce carnicerías en San Fernando y Chiclana.

RUINA Y DOS ÁNGELES DE LA GUARDA

Carnicería Joselito se llamaba y tuvo cuarenta y dos empleados. Y un almacén frigorífico en la calle Arroyuelo, Hipercarne: “Todo iba muy bien y…me arruiné”.

Ante mi sorpresa, siguió relatando: “El dueño de un supermercado local me dejó a deber más de 12 millones de pesetas de 1990, que serían como ochenta o cien millones de ahora. Esto me ocasionó graves problemas financieros y de un día para otro tuve que cerrar las catorce carnicerías. Pero eso no fue lo peor, ya que lo perdí casi todo, mi casa incluida”.

Dicen que todos tenemos un ángel de la guarda, pero él tuvo dos: José Antonio Romero Sorroche y Jerónimo Macías. Ellos le ayudaron cuando se quedó sin nada y gracias a esa ayuda pudo emprender una nueva aventura: “Les estaré agradecido toda la vida. Cada uno aportó lo que necesitaba para poder salir adelante y si llevo veintiséis años en esta profesión, es gracias a esa mano que me echaron cuando peor lo estaba pasando”.

NUEVO RUMBO

El nuevo giro fue hacia el sector inmobiliario: “Veía un gran futuro en La Barrosa y me decanté hacia éste. Los comienzos fueron de forma humilde, con una pequeña oficina –de lo poco que no perdió- al lado de donde está ahora, en la primera pista de La Barrosa, en el edificio Atlántida.

Se asoció con Emilio Salas Pardo, agente de la Propiedad Inmobiliaria. Años después, siendo ya gestor inmobiliario, deshicieron la sociedad y se quedó con la empresa.



Al año encontró a su mano derecha, Rosalía Galé García, que ha estado en todos los momentos, los difíciles del principio y los buenos que le siguieron. Juntos han navegado en el mismo barco, capeando temporales unas veces y disfrutando del mar en calma otras.

Pero en esta nueva profesión José tuvo que apechugar con las deudas que había dejado como carnicero: “Estuve diez años pagando lo que debía, no quería que nadie dijera que le debía dinero. Con lo que sacaba en la inmobiliaria iba abonándolas y muchas veces ni llevaba dinero a casa, pero afortunadamente pude cumplir con los proveedores”.

FUTURO PROMETEDOR

Tras superar este mal momento comenzó la buena racha y pudo adquirir de nuevo parte de lo perdido, donde puso la oficina central de la empresa, abriendo dos más, una en Chiclana, en El Retortillo, y la otra en la segunda pista.



Pero llegó la crisis y también tuvieron que apretarse el cinturón, cerrando la de Chiclana y vendiendo la otra. Sin embargo, no les fue tan mal como podía suponerse: “La crisis se notó algo, pero nosotros hemos aguantado y no nos fue mal, aunque no como antes”.

Dice José Butrón que el presente “es bueno y el futuro lo veo aún mejor. Esto va otra vez hacia arriba”. Un futuro prometedor. En los alquileres, los turistas nacionales son mayoritarios y en cuanto a las ventas de pisos y chalés se llevan la palma “los alemanes e ingleses, aunque ahora están viniendo bastantes franceses”.

La crisis ha cambiado muchos conceptos en nuestras vidas y el vacacional también: “Hasta 2011 se alquilaban las casas por un mes, pero después se pasó a la quincena, y los que cogían quince días pasaron a la semana”.

De 2011 a 2014 las ventas “estuvieron fatal, en 2015 se animaron, 2016 fue bueno y 2017 fantástico”. Hay otro dato esperanzador: “Hasta no hace mucho sólo se alquilaban pisos y chalés en julio y agosto, pero llevamos unos años en los que vienen turistas en junio y septiembre”. Los precios en verano oscilan entre 3.000 y 4.000 euros al mes, aunque si están en primera línea de playa y tienen piscina, pueden costar entre 6.000 y 8.000 euros.



LA SAGA CONTINÚA

José está jubilado, por lo que se ha puesto al frente de la inmobiliaria su hijo Juan José Butrón, que es también abogado y nuevo presidente de la Asociación de Gestores Inmobiliarios de la Provincia de Cádiz (GICA), entidad que agrupa a las entidades más importantes de este sector.

A su lado tiene a su hermana Inmaculada Butrón, titulada en Turismo. La otra hija, Coral María, no ha seguido este camino y se ha decantado por la Educación Infantil especial, siendo también psicopedagoga.

Antes de terminar la entrevista José Butrón quiso agradecer el apoyo de su familia, “que siempre estuvo ahí, sobre todo en los malos momentos, así como a mis trabajadores (ahora tiene diez), de los que me siento muy orgulloso”. Decir que se casó en 1976 con Inés Sánchez Ramírez, a la que conoció cuando eran muy jóvenes, ella tenía 15 y él 16. Desde entonces no se han vuelto a separar.

Esperemos que esas expectativas de futuro tan halagüeñas que vislumbra José Butrón se cumplan, porque será beneficioso para todos.

PACO LÓPEZ




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